Estar vivo, no es lo mismo que vivir. La vida no son los años que tienes, sino las vivencias, y experiencias que te hayan dejado cada momento vivido. Momentos de felicidad, satisfacción, placer y compañía. Aún los momentos de tormentas, sirvieron de curación, aprendizaje, desarrollo y madurez.
Jamás te subestimes, ni dudes de ti mismo por nada, porque no sabes quién eres tú para Dios el creador. Si algo ofende a Dios, es un incrédulo. Son escépticos, no creen en si mismos, se cuestionan, se critican, se juzgan, se descalifican y se comparan.
Eligen vivir como víctimas de las circunstancias de la vida. No quieren comprometerse con sus vidas. Son conscientes que el vivir tiene un precio que pagar; donde cada uno es el protagonista de su vida.
El incrédulo ignora dos puntos básicos de su vida: Su presente, el aquí y ahora, y su nombre. El nombre es la identidad de la persona. El nombre tiene significado. El nombre de una persona tiene un valor intrínseco; es decir, es el propósito, la personalidad, el carácter, la energía, la fuerza, el poder y autoridad.
Pero el incrédulo pasa mucho tiempo de su vida anclado en su pasado, y con mucho miedo al futuro. Es acomplejado, inconforme, infeliz, negativo, resentido, reniega; se niega a vivir la vida con dignidad, respeto, y amor propio.
Sugiero un ejercicio para el nuevo año, que te aportará grandes beneficios para la salud integral: mente, cuerpo, espíritu y relaciones interpersonales.
Consiste en lo siguiente, en reescribir una nueva programación para cada mes del año, es decir, has una lista de declaraciones de cosas que tú mereces.
Por ejemplo: yo merezco tener buena salud, yo merezco ser amado, yo merezco ser feliz, yo merezco disfrutar la vida, yo merezco un esposo, yo merezco una esposa, yo merezco respeto, yo merezco ser inteligente, yo merezco tener dinero, etcétera.
La repites en voz alta y en tu mente, durante el día todo el mes, aunque te sientas extraño. Así sucesivamente cada mes. Al final de un año, habrá aumentado considerablemente tu autoestima, confianza, seguridad, y amor propio.
No desperdicies la oportunidad de tomar posesión de tu mayordomía en el nuevo año, es decir, que según tu creación vivas y seas. Ejercitando la sabiduría, la inteligencia y la luz que hay en ti, para provecho personal de tu desarrollo y madurez, y para otros a quienes puedas impactar con tu estilo de vida. ¡Te deseo éxito en tu viaje de nuevo año!
Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo. Hebreos 3:12