Excusas:
Las excusas son uno de los enemigos de la autoestima. Todos en algún momento hemos dado una excusa. Excusas son cuartadas, justificaciones y pretextos. Las excusas que más he oído en mi trayectoria profesional son: No sé, no puedo, no tengo, me olvidé, me confundí. Todo menos yo, haciéndome la víctima, el ignorante e ingenuo.
Desde el más pequeño hasta el más grande, nos la hemos ingeniado para dar excusas y justificaciones para quedar bien; porque lo más importante es dar la imagen de ser una ”buena persona”.
Todos los seres humanos tenemos la tendencia de dar excusas para justificarnos. Esto se debe en buena parte, a una conciencia dormida o bloqueada. Me explico, conciencia es la voz interna que me hace consciente de mis pensamientos, palabras o conductas inapropiadas, que me desfasan en mis principios y valores de vida. A su vez, me hace rectificar y me impulsa al arrepentimiento, alineándome con la verdad presente. Cuando estamos en el nivel de autoestima apropiado, la vida se vive en transparencia, congruencia y honestidad, aún en los momentos más difíciles de la vida de un ser humano.
Lo que atenta contra nuestra autoestima, es precisamente negar el sí mismo: Quién soy, aquí y ahora. Si no me hago responsable de mis pensamientos, de mis palabras, de mis acciones, de mis errores y equivocaciones, me juzgaré y me culparé, olvidándo que soy un ser humano con defectos y virtudes. Mi autoestima es responsable de activar y organizar todos mis contactos internos, para expresar la persona que soy, aquí y ahora, sin excusas, ni cuartadas, ni argumentos, ni trampas. Yo tengo el derecho y la libertad, de poder decir sí o no, sin sentirme obligado o culpable.
Nuestra creación está diseñada y organizada para procesar únicamente la verdad, pero cuando por alguna razón justificada o no, damos excusas atentamos contra nuestra autoestima, exponiéndonos a las consecuencias que conllevan negar la verdad.
La Biblia dice: No tengo yo mejor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la verdad. 3 Juan, 4