Dale valor a tus sentimientos:
Jesús lloró, es el versículo más corto de toda la Biblia. Me pregunto, ¿cuál sería la razón para que Dios haya querido que nosotros lo supiéramos?
Encontré dos razones: primero, él es nuestro referente, es decir, llorar es un acto natural y biológico del organismo. Segundo, que aprendamos a gestionar nuestros sentimientos. Los sentimientos son componentes de nuestra autoestima y nos proporcionan bienestar, desarrollo emocional y carácter cuando los expresamos correctamente y en contexto.
Hay cuatro sentimientos básicos: amor, tristeza, miedo y rabia. Es importante destacar que los sentimientos tienen su razón y contexto. Por ejemplo, no debemos llorar cuando tenemos rabia, porque la rabia no se llora; de ser así, no estaríamos expresando correctamente el sentimiento rabia.
Los sentimientos están asociados con diferentes situaciones. Por ejemplo: el amor está asociado con la compasión, la tristeza está asociada con la pérdida, el miedo está asociado con el peligro, la rabia está asociada con la injusticia.
Hay quienes tienen la creencia de que hay sentimientos buenos y malos, pero la verdad es que los sentimientos ni son buenos ni son malos, son intrínsecos, le pertenecen al organismo, son componentes de nuestra autoestima.
Cuando negamos los sentimientos, bien sea por ignorancia o por omisión, reflejaremos confusión y disociación, perdiendo contacto con la realidad, con el aquí y ahora; en consecuencia, aparecerán en nuestros cuerpos todo tipo de síntomas y enfermedades.
Los sentimientos son energía en nuestro organismo; cuando somos conscientes y estamos en contacto con ellos, nuestra autoestima se encargará de gestionarlos para expresarlos con facilidad, honor, respeto y amor propio. El resultado final será bienestar integral: mente, cuerpo, espíritu y en las relaciones interpersonales.
“Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.”
Salmos 32: 3