Solo tenemos control sobre cuatro aspectos fundamentales de nuestra vida: pensamientos, sentimientos, carácter y voluntad. Sin embargo, es desde la voluntad, es decir, nuestro libre albedrío, donde se originan nuestras decisiones, ya sea para bien o para mal.
Pregúntate: ¿Está tu voluntad alineada con la de tu Creador? A lo largo de tu vida, ¿cuántas decisiones acertadas o equivocadas has tomado? ¿Sientes que tu voluntad es fuerte o débil?
El dominio propio se refiere a la capacidad de controlar nuestros impulsos y emociones, una virtud que muchos han dejado de cultivar. A través de él, logramos el equilibrio necesario para evitar acciones incorrectas que, aunque parecen justas, terminan llevándonos a la frustración y el fracaso.
No seas vencido por lo malo, sino vence el mal con el bien.
Romanos 12:21