Me gustaría comenzar contándoles como entrenan a los elefantes en la India: toman un bebé elefante de dos pies y le atan una soga en la pata a un poste por dos o tres meses. El bebé elefante tratará de zafarse de la soga muchas veces, convencido de que ya no podrá zafarse, y así aprende que mientras esté la soga en su pata no podrá ir a ningún lado.
Cuando el elefante ya es adulto, ha crecido hasta doce pies de altura; cuando lo quieren mantener inmóvil, lo único que tienen que hacer es atarle una soga a la pata, y en automático ya él sabe que no debe moverse, porque fue programado para cuando tuviese una soga en la pata no debería moverse. ¡Es impresionante, como a un animal tan grande le puedan controlar de esta manera!
Los seres humanos también fuimos programados como el elefante bebé. Durante nuestro desarrollo como niños en los primeros siete años de vida. Fue en ese tiempo donde aprendimos la mayoría de las limitaciones que nuestros padres nos enseñaron, aunque no lo hicieron con malas intenciones; sino que repitieron en nosotros sus creencias y patrones.
Por ejemplo, que no éramos capaces ni buenos para muchas cosas, y nosotros lo creímos, aceptando sus proyecciones de miedos e inseguridad, que hoy forman parte de nuestro marco pensante: creencias y patrones de vida.
Todas las programaciones que recibimos están grabada como una cinta en el subconsciente, ahí se formaron los paradigmas, patrones y creencias. El 95% de nuestros comportamientos, provienen de la programación recibida hasta los siete años.
Pero el consciente tiene una actividad de apenas del 5%, es la parte presente, el aquí y ahora, es donde residen nuestras creatividad, necesidades, sueños, aspiraciones, proyectos y deseos. El subconsciente del niño comenzó a formarse desde la placenta de la madre mediante la conexión umbilical.
Todo lo que el niño oye, siente y ve de su papá y mamá, no es cuestionable ni refutable, porque el niño no tiene la capacidad ni el desarrollo mental para discriminar, lo acepta, lo cree y lo establece como verdad para él.
Las programaciones vienen de cinco maneras: la genética: papá – mamá, la familiares, la escuela, la sociedad y la religión; conectadas a cuatro formas típicas de expresar las programaciones que determinan nuestra posición en la vida: no sé, no tengo, no puedo, no debo.
No sé, expresado con frecuencia quiere decir, no quiero saber. Es no querer responder para no exponerse a ser ignorante, o arriesgarse a equivocarse por falta de inteligencia emocional, limitaciones, miedos e inseguridad.
No tengo, quiere decir: no quiero tener, es la típica forma de negar el sí mismo, los recursos, alternativas, capacidades y competencias. Por ejemplo, la pobreza, un patrón que responde a la programación de ser pobre; que se opondrá al derecho de tener. Los que afirman que no tienen, perpetúan en la pobreza victimizándose como pobres.
No puedo, quiere decir: no quiero atreverme por ignorar quién soy, y cuál es mi significado y propósito de vida. Para definir lo que quiero y, cuando lo quiero. Muchos viven frustrados e impotentes, por desconocer cuál es la razón de su existencia.
No debo, quiere decir: no quiero dar la cara, no quiero arriesgarme a tomar decisiones por mis limitaciones, que otros lo hagan por mí. Perfecta coartada, para no responsabilizarse por su vida, ni enfrentarse a las decisiones que necesita tomar, ni a los errores y equivocaciones que conlleva vivir.
Te invito que hagas una lista de patrones y creencias, desde tu consciente, que te han acompañado hasta hoy. Te vas a sorprender cómo yo, que muchas de esas conductas no fueron tu elección, sino la imposición de los adultos que te influyeron. Cuando las tengas identificadas, reprográmate con las nuevas, que van de acuerdo a tu personalidad, significado y propósito.
Si quieres vivir la vida en plenitud y, en relatividad con tu diseño original, es decir, vivir siendo realmente quién eres; y no la persona que fuiste programada; tendrás qué tomar el control de tu mente subconsciente: para arrancar, destruir, arruinar, derribar esas programaciones, entonces estarás listo para edificar y plantar, las nuevas programaciones que van contigo.
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, esto hago. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
Romanos 7:15-17