Fundación Autoestima

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Ser pareja

Ser pareja

Pareja es antes que la familia. La pareja la hace el contacto, el sentimiento, y el compromiso, y se fortalece cuando ambos buscan el sentido y los objetivos de la relación en contexto. La luna de miel de muchas parejas, se interrumpe en el momento que deciden tener hijos. Una relación de pareja necesita como mínimo de cinco años para solidificar la relación, desarrollando la experiencia de pareja. Muchas parejas sucumben con facilidad a la tentación de tener hijos, antes de de tener una relación de pareja sólida, simplemente por el capricho o el mapa de tener hijo.

La creencia de que un hijo puede venir en cualquier momento, o que ayuda a solucionar problemas de parejas es, además de un mito, una amenaza a la misma pareja. Los hijos ni hacen, ni deshacen parejas. Esa creencia perjudica a la pareja, a los padres, y a los hijos, porque se crean expectativas que no se podrán cumplir. Ni la pareja es familia; ni la familia es pareja. Cuando ambas experiencias se confunden, los hijos se confunden, y quedan con el peso de hacer que sus padres (pareja) sean felices. Las parejas convertida en padres prematuros, terminan viendo a sus hijos con recelo, y los hijos, que sienten que la felicidad de sus padres depende de ellos, se convierten en pequeños tiranos, verdugos malcriados. 

Confundir pareja y familia da lugar a la confusión de los contactos y la relación, a la no claridad de los objetivos y a la pérdida del significado de pareja, en fin, son relaciones desalineadas y muchas veces terminan en la disolución de la pareja misma. Sin embargo, cuando la pareja un hombre y una mujer, entran en la intimidad de la relación, están entrando en el país de las maravillas, con una buena dosis de ingenuidad, hasta que los acontecimientos los despiertan del trance hipnótico y caen en cuenta con dolor que el ser pareja es algo más que sueños, necesidades y expectativas.

Una pareja en la forma tradicional, es un hombre y una mujer vinculados por afecto y por las costumbres, quiénes buscan crear un compromiso, y un proyecto para compartir necesidades y sueños dentro de un contexto único. La pareja es una relación basada en sentimientos, afectos, contactos, se estructura por consenso y se desenvuelve en el contexto de pareja. La familia por el contrario es una relación donde tres, cuatro o cinco genéticamente vinculados para el crecimiento biológico, psicológico, social y espiritual de todos.

La mayoría de las personas cuando forman pareja, tienden a confundir familia con pareja. Padres e hijos conforman la familia. Hombre y mujer conforman la pareja. Los hijos aunque provienen de la pareja, no pertenecen al sistema de pareja. Junto a sus padres, los hijos conforman los triángulos,  fundamento de la familia. Una pareja es una relación por consenso, y su único objetivo es compartir la vida con otra persona, sintiéndose importantes el uno para el otro. Una familia se forman por medio de los vínculos genéticos y triángulos, uno o varios triángulos con el único objetivo, el crecimiento y desarrollo de la autoestima de todos. El que halla esposa halla el  bien, y alcanza benevolencia del Señor.

El sentido de la vida

 El sentido de la vida…

 El sentido de la vida e importancia del ser humano, deriva en tener una visión propia de la vida con sentido propio y coherente. La vida va más allá de la cotidianidad, de la rutina, de las obligaciones y el conformismo; somos advenedizos en el planeta, con el único propósito de desarrollarnos, producir y administrar para vivir en bienestar. El sentido de lo pequeño, lo grande, lo importante, lo sencillo, lo bueno, lo malo o cualquiera adversidad, nos va formando la conciencia y el carácter como individuos, en contacto con mis necesidades, capacidades, recursos y habilidades.

El sentido de la vida está en vivir con conciencia plena, con derecho a vivir y a compartir con los demás sin crearse limitaciones, sin excusas ni coartadas. El sentido de la vida no está ni en la negación, ni en el sacrificio, sino en crecer y dejar crecer, en ser y dejando ser, teniendo objetivos y metas personales, dejando huellas y agregando valor, con placer y disfrute por la persona que soy.

 Vivir vale la pena, cuando a la vida le damos sentido, valor y agradecimiento por lo que somos, valemos, tenemos y podemos. Nadie debiese rendir su derecho a vivir la vida en plenitud, unidad, significado y exclusividad, sacrificándose para que alguien se sienta complacido y feliz. El costo será: cautiverio, frustración, resentimiento, amargura, depresión, síntomas y enfermedades de todo tipo.

Necesitamos reinventarnos, para encontrar la razón, el qué y para qué estamos en el planeta. No somos el relleno del planeta, el pasatiempo de alguien o la compañía de algún solitario frustrado, somos creación e imagen con destino y propósito definido. No hay ningún ser humano que no tenga propósito de existencia, todos traemos un destino para ser consumado. Nadie está en el planeta sin razón. 

 Dios dice: que él hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Queriéndonos decir, que aún el malo e injusto tienen propósito como creación. Y sí Dios no hace acepción en su creación, ¿por qué es que hay personas que no aprecian quiénes son y como son? Observa: Bertimeo el ciego encontró propósito y destino para su vida en Jesús; así como también Zaqueo, el hijo pródigo, la Samaritana, Judas el traidor y el delincuente crucificado con Jesús. El significado y propósito en la vida del ser humano, es intrínseco. ¿Y tú, ya encontraste el significado y propósito de tu vida?

Ser Diferente Tiene Consecuencias

En las ciencias del hombre hablamos del hombre normal. Lo que nosotros llamamos “normal” es productos de una reprensión, negación, discusión, proyección, introyeccion, y de otras formas de acción destructiva en la experiencia. Está radicalmente alejada de la estructura del ser. Al hombre lo estudiamos y lo convertimos en estadística.

Normal es el que se comporta de acuerdo a la mayoría. Hace lo que la mayoría, piensa y actúa como la mayoría. Va, viene, sufre se queja, padece síntomas, enfermedades, y acepta y cumple lo que le han enseñado en una clase social determinada.

Y así después, normalmente, educa a sus hijos, para que hagan lo que la mayoría: No vean, no sientan, no toquen. Normal es la respuesta a paradigmas y modelos ajenos. El normal no sabe quien es, se ajusta a los demás. Cuando uno se encuentra que muchas personas estudian lo que no quieren, trabajan lo que no quieren, se casan con quien no quieren, viven donde no quieren y se relacionan con quien no quieren, normal es la fabricación de paradigmas de fracaso e ineficiencia.

Lo que llamamos sociedad es un conglomerado de muchas personas sin “sí mismo” y “contexto”, culpabilizándose por querer ser diferentes y condenados si se atreven a pensar diferente. Lo normal no es necesariamente lo sano o lo efectivo. Lo que llamamos normal es sospechoso, cuando se elimina la conciencia y la responsabilidad consigo mismo o se nos dice que tenemos que ser responsables de los demás.

Por desgracia, aún no se ha estudiado a fondo el significado que puede tener, en nuestro quehacer diario, el masivo “brainwasching” a que todos estamos expuestos en la sociedad del consumo y de la publicidad. En la película Atrapados sin salida, se castigaba al paciente con electroshock por su conducta desadaptada. Con el principio de aceptar lo que se ajusta y rechazar lo que no se adapta, se refuerza la polaridad de la cual hablamos anteriormente. Si tú haces lo que tú quieres y crees que es bueno para ti, eres castigado. Si haces lo que otro quiere serás premiado.

El principio se torna peligroso, porque a todos los niveles, de hogares, de escuela, de trabajo y en la sociedad, su aplicación indiscriminada nos hace adaptarnos, resignados, con resentimientos ocultos, difícilmente expresados. Para los desadaptados, los rebeldes, los fuera de las normas, así, como para los delincuentes, se han creado las cárceles y los hospitales. Para los que tratan de adaptarse, con la fantasía de estar libres, llevando ellos mismos sus cárceles portátiles.

¡Te imaginas!, ese ser aburrido, existencialmente atrapado, carente de sentido, es el que lideriza, planifica, educa, orienta, guía, hace leyes, modela y corrige las conductas de otros. “Si nuestra experiencia está destruída, nuestro comportamiento está destruído”. Un marginal con poder, detrás de un escritorio, planificará toda una ciudad sin árboles, una comunidad sin espacios para correr y disfrutar un edificio sin salidas de emergencia, sin suficiente espacio persona. No atiende a las necesidades del otro porque desconoce las propias.

Toda planificación se convierte en una proyección permanente de la propia frustración e impotencia. Detrás de la pantalla de la oficina, títulos sin vida colgando en las paredes, cátedras, aulas de clase, púlpitos, recomendaciones, existen modelos, paradigmas, ideologías y filosofías de cambio para los demás. Cuando, al caer la tarde, los especializados regresan a sus hogares, correrán la cortina de lo auténtico y entonces se volverán mal hablados, huraños, oscos, vengativos y displicentes.

Se tomarán su dosis diaria de pastillas para los nervios, verán programas aburridos de televisión, pelearán con sus consortes para hacer contacto y ser tomados en cuenta y dormirán tensos, con pesadillas, para volver a levantarse cansados, desayunar de prisa, meterse en el trafico y entrar sonrientes en su oficina, esperando servir a los demás, haciendo mucho para que no pase nada. Este es el estilo de vida de muchos gobernantes y líderes, especializados en desarrollar un estilo de ineficiencia. Los organismos públicos y los partidos políticos son inefectivos porque su militancia y su dirigencia son inefectivas.

Las familias son inefectivas porque los padres y los hijos lo son. La pareja, la comunidad, en fin el sistema, se convierte en inefectivo, cuando sus componentes no están adecuadamente centrados en lo que son, son marginales. Todo un pueblo aprende hacer inefectivo y marginal de sus líderes y dirigencia. Las sociedades no se han desarrollado sólo por el dinero, el status, ni por los intereses económicos. Ha habido una realidad humana, una energía canalizada hacia objetivos concretos y dirigidos por la propia autoestima, como individuos y pueblo.

Cuando la autoestima se niega, se niega la Conciencia, la Experiencia, el Contacto, la esencia de ser, surgiendo otras formas de sobrévivencia, la violencia disfrazada de formulismos y teorías hipócritas y la marginalidad.

En la España del Siglo de Oro, existía la Inquisición, respuesta y símbolo de un pueblo. Acusaba, Juzgaba y Quemaba a la parte no integrada de su mismo pueblo, a los diferentes. La “Santa Inquisición” se atribuía poderes para disponer de las vidas, intimidades y preferencias ajenas. Hoy día, todo eso lo condenamos auque seguimos tan inquisidores, Juzgando, Acusando, Condenando, Quemando a nuestros enemigos, por el simple hecho de ser diferentes.

Acusamos a nuestros padres por un supuesto abandono e indiferencia, y algunas veces, por causas mucho más insignificante. Cuando llegamos a convertirnos en padres, repetimos la misma historia, somos fotocopias, perfecta imagen de aquello que precisamente rechazamos. Afortunadamente, la revolución del hombre sucede cuando el hombre llega a su máxima destrucción.

De Roma y Grecia surgieron nuevas realidades. De Alemania, Francia e Italia, florecieron nuevas energías. De la Rucia, el Salvador, Nicaragua, salió sin duda, algo diferente. De cada uno de nosotros puede surgir otro ser, cuando hagamos CONTACTO con nuestra propia incongruencia y disfuncionalidad. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Efesios 2:22.

La creación surge de la separación, del fracaso, si lo sabemos asumir como tal. De nuestros fracasos y errores y falta de sentido, podemos renacer con mayor empuje. El hombre siempre ha tenido esa cualidad extraordinaria de hacerse de nuevo, cuando lo ha querido. De cierto, de cierto te digo, que el que no naciera de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Juan 3: 3

Estos tiempos nuestros, no son ni mejores ni peores, son distintos. El hombre es el mismo, con distintos disfraces. Puede llegar a ser lo que realmente es: una Persona, con posibilidades infinitas de hacer cosas para sí y para los suyos. Lo único que le queda al hombre para sí, es su capacidad de tomar conciencia de sí mismo, estar en CONTACTO, renovarse creativamente, centrado en su propia Experiencia. Kazimierz Dabrowski escribió un libro en 1967, Pesonality Shaping Through Positive Disintrigration, donde siguiendo los pasos del notable psiquiatra polaco Mankiewics, enfatizó que además de los aspecto estrictamente mecánicos de la actividad del sistema nervioso, existen otras fuerzas en los seres vivos, especialmente del hombre, con las cuales puede éste desarrollar su capacidad de integrarse, salir delante de la crisis.

Esta propiedad característica la encontramos también en las sociedades y pueblos. Siempre ha habido un sentido de reconstrucción, de vuelta a nacer. Es el “elan vital”, una “fuerza creadora”, una “energía”, una autoestima que da un vuelco a todo, lo pone en CONTACTO y lo hace ser de nuevo lo que realmente es. Y sí, porque después de la guerras, han surgidos nuevas ciudades y han florecidos artes y ciencias. Hiroshima Y Nagasaki son dos ejemplos de reconstrucción después de la hecatombe.

 

Puntualizo

Hay que recomenzar, para volver a la conciencia de sí mismo, para evitar que el hombre siga meditando, sollozando la culpa de su miserable vida, de sus pérdidas y dolor sin sentido. Anhelando lo que nunca fue, lamentándose por lo que dejo de hacer o culpándose por lo que no hizo cuando debió hacerlo. Está actitud perjudica su autoestima, cautivándole y robándole su destino. Hay una sola salida para salvarnos: Arrepentirnos y Separarnos, de todo aquello que no es viable, favorable y relativo, para elevarnos a la posición y estándar que él Señor ya ha determinado para cada hijo suyo. Arrepentimiento, no es una mala palabra, por el contrario, es milagrosa cuando la activamos, nos impulsa a cambio de estilo de vida.

Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré iré a mi padre, y le diré: Padre he pecado contra el cielo y contra ti. Lucas 15: 18-19

Hay un adagio muy popular “Me calló el veinte” (ser conciente). Ser conciente, es el vehículo para tocar fondo. Cuando tocamos fondo, somos capaces de convertir la escoria en estiércol.  La mayoría de la gente vive en dicotomía (perdida de contacto consigo mismo). Está perdida de contacto no le permite ver lo obvio, para poder desactivar, paradigmas, Valores y Creencias inefectivos acerca del sí mismo.

Mi autoestima soy yo (ser), compuesto de tres partes: espíritu- alma- cuerpo. Cada uno con funciones específicas y separadas. Cada una de las partes, con necesidades diferentes, proporcionándole al organismo equilibrio y bienestar. La autoestima, es la responsable de todo crecimiento y desarrollo. Contacto, Convicción y Conversión, son los tres elementos del cambio. La autoestima, es la fuerza que limpia, purifica y acrisola toda realidad humana en una nueva dimensión y perspectiva. En un nuevo sentir, y en un nuevo CONTACTO consigo mismo y con mi entorno. Honor y fuerzas, son mis predicciones para ti.

Desvalorización o Autoestima

El padre que piensa que tiene que dar a su hijo lo que al nunca le dieron, utiliza a su hijo y lo convierte en marginal. El gobierno que tranquiliza su conciencia culpable de burocracia y despilfarro y mala administración, dando limosnas, saliendo a remediar cualquier contratiempo del marginal, paraliza la fuerza de la conciencia del individuo y de una sociedad entera y lo reafirma en su status de marginal.

Es asombrosa la inconciencia del maternalismo de ciertas democracias y religiones, en la forma marginal de manejar los problemas y situaciones diarias de los gobernados y feligreses. El maternalismo resulta tan inefectivo como la caridad, cuando al mismo tiempo que se da, se hace sentir al que recibe su condición de necesitado e inferior. Se pudiera entender el maternalismo gubernamental como una forma política manipulativa de políticos marginales que, para conseguir votos, son capaces de mantener a un gran segmento de la población en la ignorancia y subdesarrollo.

Si la marginalidad se acabase en este momento en el mundo, muchos gobiernos caerían en el acto, les fallarían sus bases de sustentación: La marginalidad y la mediocridad de gobernantes y gobernados. La única forma que un gobierno puede tener de ayudar y de hacer caridad es reeducando al ser humano a creer en sí mismo, haciéndole tomar conciencia de su valor, dignidad y capacidad para hacer las cosas por sí mismo, sin tener que depender del otro por su parálisis.

Jesús le dijo al paralítico que llevaba 38 años en esa condición: Levántate, toma tú lecho, y anda. Juan 5:8 La diferencia real entre países desarrollados y los del llamado “tercer mundistas” (auque no existe sino un sólo mundo), está en que los del tercer “mundo” dependen de un liderazgo mezquino y personalista que impide el desarrollo integro de sus pueblos, disfrazados de democracia, abrigo de demagogias, políticas, politiquerías y promesas incumplidas.

Los gobiernos, marginales siempre piensan, equivocadamente, que sus gobernados son poco inteligentes e incapaces; no se dan cuenta que el ser humano puede mantenerse invernado durante muchos años, pero indefinitiva saldrá de su letargo para exigir cuenta y cambiar la historia. Así paso con la Revolución Francesa, con la Revolución Roja, con la Revolución China y seguirá pasando, hasta que entendamos, que el único objetivo del ser vivo es Crecer y Desarrollarse, siendo relativo al presente siglo.

En los últimos cincuenta años, nosotros los seres humanos, hemos matado con nuestras propias manos más de cien millones de semejantes. Todos vivimos bajo la amenaza constante de nuestra total aniquilación. Parece que buscamos la muerte y la destrucción tanto como la vida y la felicidad. Estamos como impulsados a asesinar y hacer asesinados igual que vivir y dejar vivir. Sólo bajo la más ultrajante violación de nosotros mismos, hemos logrado perfeccionar nuestra capacidad parara vivir relativamente adaptados a una civilización dirigida, aparentemente, hacia su propia destrucción.

Las pirámides de Egipto, los millones de momentos de todas las épocas, las obras de arte y la literatura, las obras de ingeniería, la biología y la medicina, testimonian que el hombre si es capaz, cuando está motivado por su fuerza recursiva, su autoestima. Sólo cuando se hunde en su propia desvalorización y establece patrones de vida que son la negación misma de la vida, entonces el ser humano es capaz de lo peor y digno de lastima.

Tenemos que redimir al hombre, en su sentido más humano, de su propia capacidad de engaño. Hemos de empezar a admitir, e incluso aceptar, nuestra violencia en lugar de utilizarla ciegamente para destruirnos; así nos daremos cuenta de que tenemos tanto miedo de vivir y de a mar como de morir.

Si logramos volver a reorientar la energia de la autoestima hacia objetivos concretos de bienestar individual y social, el hombre podría ser otra vez capaz de transformar este mundo en lo que está supuesto a ser, un lugar para la Vida y el Crecimiento. Entonces volverá a nacer el hombre y los artistas y los poetas profesionales de la vida. Y habrá paz basada en el aprecio y el respeto por sí mismo y por los demás, independientemente de las diferencias. Y habrá límites en la administración de recursos y potenciales y habrá justicia en el desarrollo de los pueblos y en la satisfacción de sus aspiraciones.

Se respetará la ecología, el árbol, el animal, evitándose las expresiones de insensibilidad y marginalidad, cuando se destruye el entorno en cualquiera de sus formas. Mientras no tengamos claridad y conciencia de nuestra necesidades y objetivos, mientras no veamos nuestras propias polaridades y paradojas de marginal, introyectadas y no resueltas, desconfiaremos los unos de los otros, sentiremos que nos quieren hacer daño y buscaremos hacerlo, viviendo está parodia de vida, de amistad, de inseguridad, mientras se invierte millones en congreso y aparatajes de paz tecnología destructiva y armamentismo.

Tendríamos que elaborar programas masivos, de reeducación individual y social, en la concientización y significado de ser persona. Todas las escuelas, las universidades, centros de estudios, deberían comprometerse a rescatar al hombre marginal, que tanto abunda por sus aulas, en calidad de alumnos y profesores, y de llevar esa transformación al pueblo mismo. Volver a nacer de nuevo, con la fe y la esperanza que el hombre que se conoce a sí mismo sería incapaz de destruir lo que es suyo.

Mientras esto suceda, la vida de la tierra dependerá de los caprichos de algún maniático marginal que, por odio o venganza, pongan en contingencia la paz y el bienestar de cientos de millones de seres humanos. Así fue en el pasado, así podrá ser en el futuro, con la agravante que está vez con sólo apretar el botón significaría la desaparición de la vida misma. Auque, Dios tiene un sueño para el planeta, y sus hijos, los encargados de consumar ese sueño.

El hombre de hoy, específicamente el del milenio, a pesar de todos los adelantos científicos, tecnológico, cibernéticos, médicos, etcétera, sigue siendo un marginal. El mismo ha ido construyendo su propia trampa. Ha construido imperios, ha diseñado “últimos grito” de confort y comodidad y se ha quedado afuera, al margen, sin tomarse en cuenta a sí mismo. Fundamentalmente, porque su existencia no tiene sentido, al perder CONCIENCIA y CONTACTO consigo mismo.

El fenómeno es manifiesto en las grandes ciudades. Conglomerados de edificios, oficinas, centro comerciales, lugares de diversión, autopistas, todo en función del confort, la rapidez, efectividad, y el hombre solo, suicidándose, enfermándose, en conflicto consigo mismo, acompañado con sus pastillas, sus enlatados de televisión y ocasionales e inefectivos contactos sociales con sus semejantes, guardándose siempre, recelando, conformando su permanente falta de escepticismo en el ser humano, y básicamente en sí mismo.

El pobre “hombre” vive en sitios de lujo, con carros muy costosos, y hasta con chóferes, ropas de marcas, y acudiendo a cócteles y fiestas con otros “Pobres hombre”, donde se adula, se halaga, se critica la vida privada, sin más entretenimiento que un viajes fugas de drogas y alcohol o una seducción furtiva, destinada por lo general a la decepción, y así confirmar otra vez su poca creencia en la humanidad.

Después de los ataques de septiembre once, la comunidad Neoyorquina, quedo en shock, en miedo y aprehensivos. Es la experiencia de todo habitante de una gran metrópolis. Nunca se sabe lo que vendrá después. Cuando no se sabe vivir en el presente, el futuro resulta una constante amenaza trágica. Si sales de tú casa te robaran, si manejas te chocan, si te chocan te demandaran, el seguro te pondrá todo tipo de traba para evitar pagarte lo que te corresponde. Si hablas te malinterpretan, si confías te traicionan, y si te metes en problemas legales, encontraras abogados y jueces para quienes la justicia es venal.

Siendo inocente en una urbe moderna, tendrás que saber usar todo los recursos para poder defender y salvaguardar tú inocencia, buen nombre y reputación. Y si estás en la vida publica, te encontrarás que cualquier periodista marginal, proyectará sobre ti sus resentimientos marginales y publicará lo que no dijiste, hablará de tú intimidad como dueño soberano y expondrá tus defectos, tus enemigos, tus neurosis, con una necesidad de sensacionalismo, sadismo y venganza personal, digno de cualquier tratado de un ensayista de truculencia.

Las grandes ciudades son depósitos de todas esas ingratitudes e inconciencia. Y si decides dejar de ser marginal, te encontrarás con las más variadas excusas para impedirte la salida: Por ser pobre, por no tener educación, por haber cometido errores, por estar mal vestido, por ser mujer, por estar embarazada, por ser divorciado, por ser madre soltera, por haber sido alcohólico, por ser de tal religión, por ser negro, por ser de tal partido político, por no estar casado. Nadie sabe la creatividad desplegada por los marginales para impedir el crecimiento y desarrollo. Es inútil, hablar de paz, amor y de placer. En las grandes ciudades, encontrarás la negación del ser.

Son pequeños los grupos que buscan alternativas, pocos los que forcejean salir de esos nuevos campos de concentración, fértiles de mentiras y engaños. El movimiento hippie de los sesenta tubo, como sentido, volver al hombre. Y los esfuerzos de unos cuantos, que pensaron en una nueva revolución humanista, quedaron ahogados en una aberración de drogas, orgías y esfuerzos sin destino, que arruino el movimiento. Los hippies fracasaron, como fracasaron los religiosos y los políticos y ahora los terroristas. Todos se olvidan de lo obvio: El comienzo de toda revolución es la propia metamorfosis. No puede ser de otra manera.

El evento está afuera pudiera ayudar a una toma de conciencia, pero los procesos transformadores estan dentro y comienzan cuando la pequeña semilla dejada en todo ser humano, la de su autoestima, germine de nuevo y tome forma de acción y vida. No es la vida prestada la que ayuda, es la propia asumida responsablememente. Donde el hombre ha llegado sin contacto consigo mismo, ha implantado la corrupción, la destrucción, la violencia, la contaminación, el fastidio.

Los grandes maestros espirituales, los grandes líderes, los grandes revolucionarios, solían retirarse al desierto, al silencio, a poner sus cosas en orden. Aconsejaban a sus seguidores meditar, reflexionar, centrarse, renovarse, purificarse, desprenderse y ser diferentes. Es necesario meterse dentro de sí, aislarse, callarse, evaluarse, para encontrar la imagen autentica del sí mismo, para hacer los cambios de paradigmas que bloquean la persona que eres.

El Marginal Depende de las Circunstancias

Al no existir el contexto individual integrado, ni tampoco los otros contextos, pareja, familia, organizacional, social-comunitario y espiritual, la fuerza y el control lo tiene lo de afuera: La lluvia, la calamidad, lo imprevisto, la tierra, el status. Lo que está afuera define y determina el rumbo. El marginal está dominado por la naturaleza. Si llueve, es víctima de las lluvias. Si hace sol, es víctima del sol. Si hay un terremoto, del terremoto, de la inundación, del accidente, de lo inesperado. Como no depende de sí, no tiene control sobre nada, ni de su propia fuerza.

Tiene un sentido profundo de impotencia y resentimiento, tapado por una resignación enfermiza, que lo distorsiona todo y lo sufre todo. La única salida, por lo general, que tiene el marginal es depender de la buena suerte, de los astros, de los poderes mágicos o del payaso de Walter Mercado o de un gobierno marginal. El marginal paradójicamente, termina teniendo mucho poder, porque en su debilidad moviliza a otros marginales con poder que, sintiéndose culpables de su propia marginalidad, la proyectan en lastima por otros o lo más corriente, es un consejero profesional.

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